sábado, 29 de octubre de 2016

Buñuelos de viento con relleno de crema de almendras


Ingredientes
1 vaso grande de agua
1 vasito pequeño de aceite de oliva virgen extra
1 vaso grande de harina
1 pizca de sal
4 huevos
200 ml de aceite de oliva para la fritura
Para el relleno:
1/2 litro de leche
50 g. de harina de maíz
1 rama de canela, 125 g de azúcar, 1 huevo, 4 yemas
50 g de almendras ecológicas molidas
Para la decoración:
20 g de azúcar, 40 g de almendra granulada


Elaboración
Poner al fuego el agua junto con el aceite y la sal y cuando comience a hervir echar la harina de golpe y remover hasta que la masa se desprenda de las paredes. Retirar y ir añadiendo los huevos de uno en uno, no echando  otro hasta que haya absorbido la masa el anterior. Poner el aceite en una sartén honda y cuando esté bien caliente bajar el fuego un poco para que no se arrebate la masa. Coger,con una cuchara untada previamente en  el aceite caliente, porciones del tamaño de una nuez y echar en la sartén. Freír así toda la masa. Una vez bien dorados, retirar y colocar sobre  papel de cocina para que absorban el aceite. Dejar enfriar antes de rellenarlos.

 Relleno: poner la leche a calentar con la canela. Aparte, mezclar las yemas y los huevos con  la almendra molida y la harina. Añadir poco a poco a la leche  sin dejar de mover y cocer a fuego lento diez minutos. Retirar del fuego y mover suavemente hasta que se enfríe. Rellenar los buñuelos dándoles un corte para introducir la crema. Rebozar con la almendra granulada previamente tostada con un poco de azúcar y un chorrito de agua hasta que alcance un espesor de almíbar claro. Con las cantidades indicadas salen alrededor de una docena. 
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Nota:El origen de los buñuelos de viento podría estar en Almogía, un pueblo de Málaga que en el año 1090 sufrió un asedio a sus fortificaciones por parte del rey Mohamed ben Abeb Al Motemid, el cual tenía a su mando un ejército de almorávides con la intención de tomar Málaga siendo Almogía el último bastión con guarnición antes de llegar a la capital. De modo que tras muchas jornadas de asedio, el cocinero jefe del castillo, Abdelaziz ben Drisi el Jabazán, al comprobar  que  lo único que le quedaba en cantidad era harina se dedicó a amasarla pero al no tener leña para calentar el  aceite pues se encontraba toda ella calentando al aceite utilizado en las murallas para echárselo hirviendo a los invasores, ante el asombro de los soldados, se llevó la masa a la mismísima primera línea de combate e hizo unos buñuelos echándolos a los calderos que estaban al fuego, friéndolos ante arqueros y lanceros.
Lo que la historia no aclara es si finalmente sirvieron como alimento de la tropa o como simple arma arrojadiza contra el enemigo...